Me
cuesta creer que únicamente en tres posts os he podido resumir mis vacaciones
en China. Fueron tantos sitios visitados que no os podéis hacer una idea de lo
difícil que ha sido sintetizarlo todo y, más aún, seleccionar sólo alguna de
las miles de fotografías que hicimos durante nuestra estancia allí. Pero esta
sección de “Mis vacaciones en China” llega hoy a su fin con nuestro último
destino: Shanghai.
Para
llegar desde Xian tuvimos que coger un nuevo vuelo y, como siempre, a nuestra
llegada teníamos un guía local esperándonos. Simplemente viendo cómo era ya te
das cuenta de la diferencia de status entre unas ciudades y otras. Sólo nos
hablaba de dinero, de ir de “shopping”, de los 4.000 rascacielos que tiene la
ciudad… Frente a la humildad que demostraron en Beijing y Xian, aquí nos encontramos
con la poderosa Shanghai, que cuenta
ya con 25 millones de habitantes.
Nuestro
hotelazo nos abrió la puerta hacia el mundo occidental. Por fin teníamos acceso
completo a Internet, ya que en los otros destinos existe un “muro occidental”
donde no se permite navegar por ciertas páginas. Estuve desconectada hasta el
momento de las redes sociales, youtube, google… Pero Shanghai es diferente. Una
ciudad mucho más occidentalizada donde no existen estas restricciones hacia
otras partes del mundo.
En
Shanghai me enamoré del Templo de Buda
de Jade. Me pareció tan espectacular, tan bonito, tan real… Se construyó en
1882 para albergar dos esculturas de jade de Buda llegadas desde Birmania, pero
a día de hoy podéis encontrar infinidad de esculturas más. Todas ellas hermosas
y muy bien conservadas, gracias a las ayudas de las familias budistas y sus
ofrendas.
Además,
me encantó poder ver de verdad a monjes, ya que acoge a una orden de monjes con
ideología Zen. No es un sitio turístico como tal, es un verdadero templo donde ir a
orar.
Después
de esta visita, nuestro guía nos llevó a un taller de seda, donde pudimos ver cómo elaboraban los tejidos de
seda a raíz de los gusanos. Un proceso muy detallado que, como en todos los
talleres a los que nos llevaban, terminaba en una tienda donde poder comprar.
Yo pequé con un bolso negro preciosísimo que espero que podáis ver en algún
outfit que publique en el blog.
Ya
era la hora de comer, así que fuimos a un restaurante
donde te cocinaban en directo frente a tu mesa. Al entrar vi que servían
serpiente, así que ya temblé por lo que mi estómago pudiera sufrir nuevamente
con la comida de China, pero no, ¡al fin me sirvieron pescado! También probamos
sopa miso, arroz y verduras para no variar y, sorprendentemente, nos dieron
helado, una novedad que me sorprendió teniendo en cuenta que es un país donde
no existe el postre (a excepción del melón o la sandía).
El Jardín y Bazar de YuYuan también
formaba parte del planning del día y, nuevamente, un lugar muy especial que nos
hacía enamorarnos más y más de esta ciudad. Se trata de un jardín que encargó
construir un funcionario en el año 1559 al estilo de los jardines imperiales
con el objetivo de crear un espacio de tranquilidad para sus padres, los cuales
ya eran muy mayores para moverse a la capital y poder ver un jardín así (Yu significa
tranquilidad y salud).
Posteriormente,
en el siglo XX parte de ese jardín se transformó en bazar, por lo que podemos disfrutar en un mismo espacio de una
increíble vegetación, con estanques y pabellones tradicionales, y un mercado
donde poder comprar (nosotros adquirimos una figura de un buda feliz).
Después
nos llevaron a la calle Nanjing,
calle muy transitada por la gran cantidad de comercios que hay (aquí encontré
Etude House pero me fui imposible comprar nada porque estaba llenísimo de gente
y todo en chino y no era capaz de hacerme entender ni en inglés) y nosotros
decidimos seguir ya nuestra propia ruta. El guía nos quería ofrecer un crucero
que nos trasladara a la zona de los rascacielos, pero nosotros declinamos la
invitación porque teníamos claro que queríamos verlo de noche. Y, aunque
intentó disuadirnos diciendo que no íbamos a ver nada (él se llevaría comisión
si cogíamos el crucero…), fue la mejor decisión que tomamos porque las imágenes
hablan por sí solas.
Primeramente
tienes que acercarte a Bund (El Malecón), en una orilla del río
Huangpu. Es uno de los mayores centros financieros de Asia (se llegó a conocer
como el "Wall Street de Oriente" por la gran cantidad de bancos de
diferentes países que albergaba), pero realmente lo que destaca son las vistas
que se tienen de los rascacielos del barrio de Pudong.
Nuestra
intención era subir a las 18:45 – 19 horas a uno de los rascacielos porque era
cuando anochecía en Shanghai. En concreto, y por recomendación de mi amiga
Rebeca que estuvo de viaje de novios allí, queríamos poder disfrutar de las
vistas desde el Shanghai World Financial
Center, con 492 metros. La torre más alta “operativa”, ya que vimos que
había otra incluso más alta pero nos dijeron que aún estaba en construcción por
dentro.
Para
cruzar de un lado al otro del río nos animamos con el Túnel Mirador, una frikada de chinos que te llevaba a través de un
túnel bajo el río con luces, rayos láser y sonidos extraños. Fueron los dos
minutos más surrealistas que he podido vivir allí… Llegamos
al otro lado sin palabras, os lo juro. Y, sin embargo, los chinos alucinan con
esta especie de atracción de circo. Por suerte, la vuelta pensábamos hacerla en
barco y no compramos el billete de idea y vuelta.
Una
vez en Pudong os podéis imaginar la de fotos que hicimos a todos los
rascacielos, en especial me encantó la Torre
de la Televisión, la famosa Perla de Oriente. Pero como os digo, optamos
por subir al más conocido como “abrebotellas”, por ser uno de los más grandes
del mundo. Aunque actualmente hay otros rascacielos más altos en el mundo, su
mirador sí sigue siendo el más alto. Pero nosotros sólo pudimos subir a la
planta 94, situada a 423 metros de altura, porque la superior tiene el suelo de
cristal y uno de mis acompañantes sufre de vértigo. No obstante, mirad qué
vistas pudimos disfrutar tan espectaculares.
Conseguimos
un hueco privilegiado en una de las pocas ventanas que hay en esta planta para
poder vivir la transformación de Shanghai del día a la noche. A las 19 horas se
empezaron a iluminar los edificios y nosotros a disparar nuestra cámara para no
perdernos este espectáculo.
El
cruce al otro lado del río lo hicimos esta vez en el transbordador. Todos apelotonados esperando la llegada del barco y
salir corriendo en masa fue algo que no tuvo precio. Muy de película. Ya acababa
nuestro día, teníamos que regresar al hotel a descansar para poder afrontar un
día entero en Shanghai y todo un largo viaje por delante, pero no podíamos
irnos de allí sin esta imagen de los rascacielos
de noche, una imagen que, de hecho,
hemos ampliado al máximo y ahora mismo se encuentra presidiendo nuestra
habitación.
Sin
duda éste ha sido un increíble viaje por un mundo completamente diferente, del
que me llevo mil imágenes y sensaciones grabadas en mi memoria. Un viaje
difícil de superar y con el que lleno un poquito más mi vida. Porque sí, creo
que viajar te completa. Te hace comprender que hay vida más allá de la tuya, te
pone a prueba en ocasiones, te emociona, te hace sentir inquietud por cosas
nuevas, te inspira, te da momentos únicos e irrepetibles. Así que sí, lo
reconozco, viajar es mi mayor vicio.
Os
recuerdo que podéis seguirme por Youtube (SwatchesEneri), FB ("Los
swatches de Eneri"), Snapchat (SwatchesEneri), Twitter (@SwatchesEneri) e
Instagram (http://instagram.com/swatcheseneri#) donde actualizo con información que os puede
resultar interesante.
Tengo muchas ganas de ver ese bolso, me ha encantado la parte de la visita al taller de seda y, por supuesto, las fotos de noche (alguna la vi en IG y ya aluciné). Y sí, sí que tienes capacidad de resumir para contarnos lo más importante en tres post...seguro que fue un viaje lleno de momentos increíbles.
ResponderEliminarBESOS!
jejeje, pues imaginate 10 días aquí resumiditos. Tengo mil anécdotas porque todo nos llamaba la atención, pero bueno, no es cuestión de alargarme más, jeje. Así al menos habéis podido ver algo :)
Eliminarme encantan las fotos!! quiero ir!! Shangai es una de esas ciudades que me parecen preciosas
ResponderEliminarde las tres que visité es la que más me ha gustado :)
EliminarHa sido un viaje precioso. Gracias por compartirlo con nosotras, guapa!
ResponderEliminarBesos!
Veo las imágenes y aún no me creo que haya podido ir jeje. Y yo encantada de haber compartido una parte con vosotras :)
EliminarQue pasada de viaje! Me alegro de que disfrutaras ;)
ResponderEliminarMuuuucho! gracias bonita!
Eliminar¡Madre mía que ciudad tan bonita! Me han encantado las imágenes del Jardín y Bazar de YuYuan, parece mentira que se encuentren ese tipo de lugares en una de las zonas más industrializadas.
ResponderEliminarYa quisieran aquí conservar así de bonitos muchos lugares, con todos los cafres que se encargan de cargarse el patrimonio...
de hecho en una de las imágenes puedes ver como de fondo están los rascacielos en contraste con los pabellones tradicionales. es alucinante!
EliminarTiene que ser una gozada poder ver todo esto, me encantaría ir algún día.
ResponderEliminarUn beso.
Un viaje único, desde luego!
EliminarMe ha encantado leerte, me quedo con un último párrafo porque es cierto que cada gar en el mundo nos marca de una forma u otra. Es enrriquecedor conocer y aprender de las culturas, gente, ciudades. Me encantaria ver budas alguna vez :) y me costaría volver.
ResponderEliminarUn beso
incluso de destinos que no me han gustado del todo, se saca la parte positiva para la vida. Viajar es lo mejorcito que hay!
EliminarEs muy difícil concentrar un viaje de este tipo en pocos post, pero agradezco que compartras sus vivencias en China con nosotras. ¡Las foto geniales! ¡Habrá que ir a China!
ResponderEliminarpues sí, recomendadísimo!
EliminarOtra fan de los viajes aunque nunca he hecho uno tan lejano ni a una cultura tan diferente. Me han encantado las fotos nocturnas de los rascacielos: son preciosas.
ResponderEliminar¡Gracias por acercarnos con tu visión al país!!!
pues si alguna vez puedes te animo a ir, no te defraudara!
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